"Barachiel II"
¿Que si lo noté? Por
supuesto que sí. No logré verlo, se escondió bien, aparte que era pequeño, pero
pude sentir su paz, su tranquilidad y su admiración.
Tenía gran
potencial, lo sentí también, pero entre todo lo que cualquiera pudiera esperar
sentir por el retoño de un caído, no sentí maldad, en lo absoluto. Solo una
profunda e inocente curiosidad, bastante similar a la mía, lo cual me hizo
sentir apoyado, comprendido, por primera vez en mi existencia.
Permanecí en el Edén
a partir de ese momento. Reconocí a los humanos que lo habitaban, los que
quedaban, claro, y lo que quedaba del templo que, para ese momento ya era
antaño, los humanos se habían dedicado unos a otros, a los “más fuertes”, a los
“superiores”, que podrían incluso llamarse “Dioses”.
Reconocí cada árbol, cada arbusto, cada flor y
planta, cada ser vivo que podía crecer en aquel espacio sin tiempo real y
definido, y al mismo tiempo, tan similar al nuevo “mundo humano” o “plano
físico”.
Pregunté a Metatrón
por los nombres de aquellas y comencé a hacerlas crecer a través de la
imitación, él aceptó sin muchas ganas y me explicó sobre ellas, sin que yo
le entendiera del todo. Después de muchos fallos y errores, pude comprender su
funcionamiento y para qué servían cada una a los seres en movimiento, llámese
humanos o animales, gracias a que las probaba yo mismo y analizaba sus efectos
sobre mi “cuerpo”, o lo más cercano que mi energía podía estar a tener uno.
También experimenté
sobre mi apariencia, sobre cambiar de estatura, complexión, color de “piel” y
de “cabello”, de “rostro” y esconder o mostrar mis alas, mas solo era capaz de
observar estas distinciones sobre el agua del lago cerca de mi claro, mi espacio. Por supuesto, cuando este joven demonio
no se encontraba por el lugar.
Sobre él… No me había atrevido a presentarme
ante él con la misma forma de antes, andrógina y pequeña, simplemente por
observar cómo se desarrollaba, cómo crecía y su cuerpo cambiaba, así que no
había vuelto a cantar, y cuando me permitía acercarme a él, lo hacía
pareciéndome lo más posible a un niño o niña humano, lo primero que se me
ocurriera en el momento.
Al paso de algunas
venidas del demonio noté cómo tanto los humanos como los ángeles huían de él
con completo terror, así que decidí preguntar a Metatrón por el alboroto.
Ése era su nombre,
el hijo más joven de Lucifer.
Él había sido un
ángel amable, sincero y tranquilo… Y por un tiempo, el único que apreciaba lo
que yo era capaz de hacer.
¿No lo sabes? Son
milagros.
Cuando el Padre me
creó, el nombre que me dio fue Barachiel, que significa “bendición de Dios”, lo
que con el “tiempo”, los humanos nombraron milagros. ¿Nunca habías oído que la
vida es una bendición?
Pero mientras
crecían y se expandían, los humanos comenzaron a adjudicarle a otros humanos lo
que yo hacía por ellos, no me sentía mal, después de todo, realmente jamás me
lo habían agradecido.
Sin embargo, cuando
él cayó, los ángeles comenzaron a creer que podría hacerlo yo también, ya que
éramos cercanos y compartíamos las mismas ideas.
Ahí noté que jamás
habían llegado a conocerme en verdad, puesto que yo amaba al Creador más que
nadie, y no podría ser capaz de levantarme en contra de él y su voluntad.
Por eso me separé,
me aparté y escondí en aquel jardín, el único con el que había hablado era
Metatrón, puesto que de él no podía ocultarme. Las pocas veces que subía al
paraíso, sentía las miradas de desaprobación de los demás ángeles, sobre todo
de los arcángeles, que siempre habían creído que yo no merecía ser mencionado
en su misma categoría.
Metatrón me dijo
también que ese demonio era más “peligroso” que la mayoría, que no debía
acercarme a él y mucho menos hablarle o entablar algún tipo de relación, sin
embargo, yo sabía que no era así, que el joven alto, de piel terriblemente
pálida, ojos oscuros como una noche sin luna y cabello del color del ébano, que
solo me había permitido ver una vez, en la cual, demasiado agotado para luchar
contra el cansancio, se había quitado el yelmo de su sombría armadura negra en
su totalidad y se había quedado dormido bajo el árbol triste que frecuentaba en
el bosque, no era el cruel y sanguinario asesino que todo el mundo decía que
era, que era solo alguien que buscaba comprensión… justo como yo.
En ese momento noté
que tenía marcas en la piel más oscuras, y una mirada profunda, pero no
intimidante sino… solitaria, y deseé ser capaz de acercarme a él para tocarlas,
para conocer cómo era la textura de la piel de un ser físico real, pero sabía
que él no me lo permitiría tan fácilmente, por lo que solo esperé a que se
fuera para volver a la forma con la que él me había conocido, y tomé una
decisión.
Aguardé
pacientemente a los alrededores de las ruinas, puesto que era el lugar por el
que siempre entraba al Edén, hasta que llegó un tiempo después, no sabría decir
cuánto en sí, nunca he sido bueno para eso, y volé lo más rápido que pude hasta
el lugar donde me vio por primera vez y comencé a cantar como había practicado
en solitario.
Sentí su presencia y
su mirada sobre mí, y por primera vez, me permití mirarlo mientras él me
miraba.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario