lunes, 21 de marzo de 2016

El Cantar de un Ángel


"Satanael II"


¿Alguna vez has escuchado que la voz de los ángeles es lo más hermoso que puede existir? pues eso no se compara, ni de cerca, con la realidad, con lo hermosa que es la voz de un ángel realmente. Se siente como la brisa, como el sonido de las hojas al ser tocadas por el aire, a la lluvia cayendo en una pradera, a un río tranquilo siguiendo su cauce.

Me sentía tan cómodo bajo la sombra de ese árbol, que al poco tiempo me dormí, soñé con el lugar oscuro del que venía, los gritos de mi padre, los sermones  de mis hermanos... "¡Tú serás el que siga mi casta! ¡Tienes el poder para ser mi sucesor!"... esas palabras en mi cabeza cada día de mi vida hacían que me cansara cada vez más. El no poder ser yo mismo, el sentir una etiqueta en mi cuello, el saber que nunca sería como otros. Solo quería una vida tranquila, viajar por la tierra que mi padre tanto amaba, conocer la civilización, a los humanos de los que había escuchado, a los animales de las historias.

Desperté al poco tiempo, bueno, eso pensaba, no sé realmente cuánto tiempo me dormí, tampoco es como que me lo cuestionara mucho, eso pasó a segundo plano.

Al despertar, pude escuchar algo que me dejó maravillado, una voz, tan hermosa, que estaba fuera de mi comprensión, tenía que saber de dónde provenía.

Busqué por todo el lugar, busqué en las praderas, en el lago, bajo y sobre los árboles.

Hasta que, en lo profundo del bosque, en un pequeño claro rodeado de árboles frutales y arbustos de flores de varios colores, vi un ser envuelto en luz, una luz tan pura, tan tranquila, tan hermosa, que me dejó sin respiración.

Tenía una piel muy blanca, tanto como la mía, un cabello largo y sedoso, unos ojos de una hermosura sin igual, con un color muy parecido al ámbar.

Me le quedé mirando unos minutos, o tal vez fueron un par de horas, ¿quién toma en cuenta eso en estos días? noté que parecía más alta que yo, con más edad al parecer, después de todo, en esa época solo era un "niño", si es que se puede llamar así.

Sí, aunque no lo creas, los demonios no nacemos siendo adultos, aunque sí maduramos rápido, más que cualquier otra criatura. Nuestra casta está hecha para la batalla, para las confrontaciones, para no ser débil ante nada ni nadie. Creo que me doblaba la estatura, me sentía muy pequeño en comparación.

Se empezó a hacer de noche, y estaba seguro de que comenzarían a preguntar por mí, eso me traería muchos problemas si no me encontraban en mi lugar correspondiente.

Traté de correr lo más rápido posible, recorrí cada lugar por el cual había pasado, vi los animales que tanto había buscado, conocí gran parte de ese lugar de leyenda.

Cuando llegué al pequeño templo en ruinas, estaban dos de mis hermanos esperando a mi llegada, nada bueno iba a salir de esto, me había metido en problemas nuevamente.

Mis hermanos creían que una noche de torturas y padecimientos era lo más parecido a una tarde de juegos y diversión con tu hermano más pequeño. "Fortalecerá tu carácter, te hará más fuerte" decía mi padre, "serás el veneno de los Dioses".

Es una "suerte" que los de mi casta tengamos un poder de sanación tan rápida, si es que a eso le puedes llamar suerte, cada vez que mis heridas sanaban uno de mis hermanos se encargaba de abrirlas nuevamente. Así que los juegos eran permanentes hasta que mi padre decidiera que ya era suficiente, eso claro esta si es que recordaba que mis hermanos estaban "jugando" conmigo.

A veces pasaban horas, días, en los cuales no paraba de sentir dolor, de sangrar, sí, nosotros también sangramos, aunque mi sangre no es igual que la tuya claro, es más oscura y más... ¿cómo decirlo, espesa? bueno, eso no viene al caso.

Como ya te lo mencioné anteriormente, mi casta madura rápido, muy rápido a mi parecer, así que cuando ya me encontraba en mi etapa adulta, ninguno de mis hermanos quería "jugar" conmigo. Ellos solo me veían con miedo, mi padre se sentía "orgulloso" de lo que habían conseguido conmigo, habían corrompido mi curiosidad.

Cada vez que podía, me escapaba y recorría las ruinas de ese templo antiguo, visitaba la tierra y caminaba por los claros y bosques viendo todo a mí alrededor.

Mi lugar favorito era ese tonto árbol triste, su sombra hacia que me sintiera mejor, mi fama como el hijo del "Caído" había crecido, con el paso de los días, los ángeles ya conocían mi nombre, habían empezado a hablar de mí y a inventar historias de como asesinaba y destrozaba a mis víctimas, era todo un psicópata, ¿sabes?

Tanto era así, que de solo verme se retiraban lo más rápido que podían, los humanos también me conocían, decían que llevaba la muerte a mis espaldas, que con tan solo verme podían morir de una forma horripilante.

Recorría cada lugar que me llamaba la atención, caminaba por los bosques entre las sombras de los árboles, cobijado por su oscuridad, no es muy gracioso que todos a tu alrededor griten cuando te ven.

Hasta que en el mismo claro, en el mismo lugar, después de tantos días, ese ángel nuevamente se encontraba ahí, con esa luz característica, con esa aura pura, con esos ojos hermosos y con esa voz que me maravilló desde la primera vez.







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