martes, 5 de abril de 2016

"¿Qué es amar?"


Barachiel V


  Cuando, después de haberme atrevido a besarle por primera vez, Satanael abrió los ojos con sorpresa, tuve un mal presentimiento, sin embargo, cuando se levantó y miró a la oscura nada, inmóvil, en posición de ataque, temí lo peor. Quise tomar su mano, tranquilizarlo, decir algo, lo que fuese, pero me quedé totalmente en blanco, sin saber cómo actuar. Pasados unos segundos, se volvió hacia mí con una expresión perturbada, como si acabase de ver algo que no le alegrase en lo absoluto, aun cuando yo no pude ver nada por la negrura de la noche.

  Tuve el valor de preguntarle qué había sucedido, pero a la mitad de las preguntas, la inseguridad me atacó: ¿Y si no le había gustado mi beso?

  Me tranquilizó acariciando mi rostro con su mano, cálida, y completamente distinta a la mía, y sentí una extraña oleada de vergüenza cruzar todo mi rostro. ¿Por qué era eso?

  Para mi maravilla, volvió a besarme, esta vez con convicción. Sentí que me derretía por dentro y deseé estremecerme, pero me mantuve firme. Me emocioné de sobremanera y tomé su otra mano, igual que veía a los humanos hacer con sus parejas.

  Dormimos juntos, con los dedos entrelazados, mirando a las estrellas.


  Cuando abrí los ojos, el astro rey apenas estaba asomándose por entre los árboles, tiñendo de forma tenue las blancas nubes que retozaban perezosamente en el frío azul. La luna estaba ya desapareciendo, con timidez, mientras las avecillas comenzaban a cantar con alegría.

  Volteé a mi derecha, encontrándome con la expresión tranquila de Satanael al dormir, que estaba sobre su costado izquierdo. Acaricié su rostro con mi mano libre, pero él no despertó, por lo que sólo me levanté con mucho cuidado y caminé por el Jardín.

  Me senté en el césped de un pequeño cerro, con un árbol en la cima, y me dediqué a observar a los humanos por un largo rato, hasta que noté algo en ellos. Decidida, fui al paraíso, sin decirle nada al, aun joven, demonio, buscando a Metatrón.

  Sin saberlo, ésa sería la última vez que visitaría el paraíso por voluntad propia, y la última vez que le preguntaría algo a Metatrón.


  Llegué a un campo verde, como un valle, iluminado por los rayos del sol cálidamente, y con nubes retozando con libertad cerca del suelo, con ángeles de distintas formas y estratos volando de un lado al otro. Me dirigí con lentitud, sin mirar a nadie en específico, hacia el acantilado donde siempre se sentaba Metatrón, tomando asiento junto a él, que me miró con una expresión dura.

-“¿Crees que no sé lo que estás haciendo?

    Lo miré de vuelta con la expresión en blanco y respondí con simpleza.

-“Lo que pienses de lo que hago no me interesa en lo absoluto, ¿no fuiste tú mismo el que me dijo que solo te encargas de saber, y no de juzgar?”

  Apartó la mirada, dirigiéndola al vacío, y volvió a preguntar.

-“Así que… ¿Qué quieres saber ahora de los humanos?”

  Levanté la mirada hacia el firmamento. En el paraíso, yo siempre veía el cielo de un azul profundo, con nubes manchándolo muy ligero de blanco. Le respondí sin mirarlo.

-“¿Por qué los humanos sólo tienen una pareja?”

  La respuesta fue simple, pero aun así significó demasiado.

-“Porque ellos aman.

-“¿Qué es amar?

  Volvió a mirarme, con una expresión de desconcierto, y luego con una que jamás había visto, pero parecía reticencia.

-“Algo que jamás seremos capaces de conocer nosotros, es inherente de los humanos. Es el… 
Apreciar de forma profunda a un igual, un sentimiento puro, altruista, que provoca hacer lo que sea por el bienestar de esa persona. Lo más parecido que sentimos es la adoración por El Padre, pero solamente eso… Barachiel, ni tú… ni él pueden sentirlo, no deben, solo te traerás problemas. Detente ya. Tú perteneces aquí.

  Yo solo me levanté y me fui lo más rápido que pude sin hacer un escándalo.

  Por primera vez, no confiaba en el juicio de Metatrón.

  Cuando estaba a medio camino de vuelta, Azael me alcanzó voceando mi nombre, sin embargo, cuando me giré, pude darme cuenta que no estaba nada contento de verme. Su expresión era fría, como si estuviera molesto conmigo por alguna razón, y cuando comenzó a hablar, mis sospechas casi fueron confirmadas por el tono duro que utilizó.

-“Ya escuchaste a Metatrón, aléjate de ese demonio de una vez. Somos ángeles, Barachiel. Jamás podremos amar, entiéndelo. Para de comportarte como un niño humano y ser caprichoso.”

  Sentí como algo dentro de mí se endurecía, así que respondí en el mismo tono pedante que él.

-“Para de comportarte como un niño humano y creer que sabes todo, Azaziel, porque no lo haces. No eres Metatrón, no opines si no tienes idea.”

  Su expresión cambió a una de sorpresa total, luego pareció ofendido, pero no le di tiempo para que respondiera, sólo me di la vuelta y empecé a andar de nuevo, buscando salir lo antes posible.  Pero aún no había avanzado mucho cuando algo me hizo detenerme de golpe.

  Un estruendo increíblemente fuerte sacudió la tierra, y un grito atronador atravesó las nubes.


-“…¡Barachieeeeeel!


No hay comentarios.:

Publicar un comentario